#NINI NICARAGUA LA REALIDAD DE LA JUVENTUD



El día de Wendy Martínez Toruño --una de los 250,0083 nicaragüenses de entre 15 y 24 años que según la Organización Internacional del Trabajo, OIT, no estudian ni trabajan-- comienza a las 6:00 a.m. Se levanta para despedir a su mamá, que trabaja vendiendo ropa usada en el Mercado “Roberto Huembes”. La casa queda a cargo de Wendy y los quehaceres también.
A Martínez Toruño solo le falta saber la fecha en que puede defender su monografía para comenzar a tramitar su título de Ingeniera Mecánica de la Universidad Nacional de Ingeniería, UNI. Mientras tanto, sus días pasan entre los quehaceres del hogar, el cuido de su hermano de seis años, y, cuando tiene tiempo, el estudio de ciertas materias para actualizarse en su carrera.
Según el informe “Trabajo decente y juventud en América Latina. Políticas para la acción”, de la OIT, de los jóvenes que no estudian ni trabajan en Nicaragua, el 23.9% perdió recientemente un empleo, el 2.7% busca trabajo, el 67.2% se dedica a los quehaceres del hogar, y el 6.2% representa un “núcleo duro”, que aparte de no estudiar ni trabajar, no realiza quehaceres en el hogar.
El día a día
Esta joven de 24 años, habitante del barrio Urbina, termina de limpiar su casa y de arreglar su cuido personal a las 10:30 a.m. A esa hora va al colegio a buscar a su hermano de seis años que estudia a pocas cuadras. “Cuando regresamos a la casa, le quito el uniforme, lo lavo y le doy de comer”, contó.
Martínez Toruño no almuerza a mediodía, sino que espera que llegue su mamá --entre las 2:00 y las 3:00 p.m.-- para comer juntas. “No me gusta almorzar sola, me entra depresión”, aseguró. Luego ayuda a su hermano a hacer las tareas, platica con su mamá y ve televisión.
En los últimos dos años ha buscado trabajo en diferentes empresas, así que el día que decide ir a buscar empleo en alguna, se levanta más temprano para estar en el sitio a las 8:00 a.m. en punto y ser una de las primeras personas en ser atendida.
Afirmó que cuando puede, dedica tiempo a leer sobre ergonomía y seguridad laboral, temas que son manejados por los ingenieros industriales, pero que ella considera claves para su carrera.
En busca de trabajo fijo
A las siete de la mañana del próximo lunes, Josué Pérez Escobar, de 19 años, estará frente al portón que delimita la construcción de la nueva sucursal de un supermercado nacional, cerca del Hospital “Manolo Morales”, para entregar sus “papeles” y optar a una plaza laboral.
En los últimos dos meses, Pérez Escobar ha permanecido ocupado en los quehaceres de su hogar, ubicado en el barrio La Fuente, de Managua, y también “haciendo un rumbo por aquí y un rumbo por allá”. “La vez pasada levanté un cerco, y en otra ocasión reparé un techo, porque ya viene el invierno y la gente no quiere goteras en sus casas”, contó.

Este joven se retiró de los estudios cuando estaba a mitad de tercer año de secundaria, en el colegio Josefa Toledo. Vive con sus padres, una hermana de 16 años y dos hermanos, uno de 20 y otro de 22 años. Ayer llegó a la estación V de la Policía Nacional para tramitar su récord policial, pues quiere trabajar fijo, y la edificación del nuevo supermercado representa una oportunidad.
Dependiendo de si consigue el trabajo y del horario que le asignen, Pérez Escobar continuará sus estudios de secundaria. “Si (el trabajo) es de lunes a sábado, voy a estudiar los domingos, y si es de lunes a viernes, de siete a cinco, estudio en la noche”, indicó.

Trabajar para estudiar
Daniela Castillo Martínez, en tanto, es una joven de 19 años que tiene un hijo de seis meses, y actualmente vive en la casa de sus suegros, donde se dedica a los quehaceres del hogar. El año pasado terminó el bachillerato, y está en busca de trabajo “en lo que sea” para poder ingresar a la universidad.
Pero las posibilidades son inciertas. Solo para matricularse en la universidad necesita US$5
5, y su compañero, de 20 años y con solo cuarto año de secundaria aprobado, trabaja como ayudante de construcción.
Castillo Martínez pasa sus días cuidando a su hijo